La ecografía en 3 dimensiones se ha utilizado ampliamente en obstetricia para evaluación de patología fetal pero también para la visualización de las características faciales del feto antes del nacimiento.
Sin embargo, su aplicación en ginecología también ha ido aumentando a lo largo de los últimos años, ya que resulta una herramienta muy útil para evaluar determinadas malformaciones uterinas, gracias a la adquisición de un tercer plano que permite visualizar las estructuras en profundidad y con gran precisión.
Esta técnica permite un diagnóstico más preciso de muchas patologías, permitiendo un tratamiento específico y adecuado para cada paciente y evitando demoras innecesarias y pruebas más invasivas.
De forma habitual, en la consulta ginecológica se realizan ecografías en dos dimensiones pero en el caso en el que existan dudas sobre la integridad del aparato genital femenino, se puede solicitar un examen más detallado con ecografía en 3D.
La ecografía en 3D se realiza de forma semejante a la ecografía transvaginal convencional, aunque puede requerir algo más de tiempo para su correcta evaluación y la adecuada captura de imágenes.
La ventaja de la ecografía en 3D es que se pueden guardar los volúmenes obtenidos para su evaluación posterior e incluso para su discusión con otros especialistas en los casos más complejos.