Parece raro que en una página sobre fertilidad hablemos sobre anticonceptivos orales pero es importante saber que además del efecto anticonceptivo, tienen muchas otras aplicaciones.
Los anticonceptivos orales, también conocidos como “ACOs”, son un medicamento que evita la ovulación y modifica la mucosa uterina y el moco cervical, con la finalidad de evitar el embarazo. Sin embargo, gracias a su efecto bloqueante de la actividad del ovario, tienen muchos otros usos.
Algunas de las indicaciones de los “ACOs” pueden ser para el tratamiento del acné o el exceso de vello corporal, para el tratamiento del síndrome premenstrual, las reglas muy dolorosas o la endometriosis.
Los “ACOs” pueden estar compuestos de estrógenos + progesterona, las dos hormonas ováricas por excelencia, o sólo de progesterona. En ambos casos, la función del ovario queda bloqueada y se impide el embarazo, pero podemos utilizar unos u otros en función de cada paciente. Por norma general, empleamos la combinación de estrógenos + progesterona en mujeres más jóvenes que quieren tener ciclos regulares, y los ACOS con progesterona en mujeres de más de 35 años, fumadoras o durante la lactancia.
Los “ACOS” se pueden tomar de forma contínua, en cuyo caso la regla será escasa o inexistente, o bien haciendo un descanso de entre 4 y 7 días al mes para permitir la regla. Cada preparado distinto tiene su propia forma de administración que conviene conocer para evitar errores y con ello la aparición de un embarazo no deseado pero también la reaparición de síntomas como el dolor pélvico o el acné.
En las mujeres que buscan embarazo también se emplean los “ACOs” con relativa frecuencia. Podemos usarlos para controlar el ciclo menstrual para un tratamiento de reproducción asistida, para sincronizar a la donante con la receptora en los ciclos de donación de ovocitos, para preparar el ovario de cara a una estimulación para la fecundación in vitro, para ayudar a la desaparición de folículos persistentes o quistes funcionales…