La inseminación artificial es una técnica de reproducción asistida relativamente sencilla que consiste en depositar en el interior del útero una muestra de semen preparada y mejorada, en torno al momento de ovulación de la mujer. De este modo, facilitamos la coincidencia en el tiempo de los gametos masculino y femenino en el interior de la trompa y además evitamos que los espermatozoides tengan que atravesar por sí solos el cuello del útero, un obstáculo que en algunos casos resulta un impedimento para el embarazo.
Para realizar un ciclo de inseminación artificial podemos realizarlo con o sin estimulación ovárica.
En el ciclo natural, podemos seguir el crecimiento del folículo dominante mediante ecografía desde el inicio del ciclo, y en el momento en el que se alcanza un tamaño óptimo se programa la inducción de la ovulación y 36 horas después se realiza la inseminación artificial.
En el ciclo estimulado, se administran bajas dosis de gonadotropinas , con la finalidad de estimular el desarrollo simultáneo de 2 o 3 folículos. En el momento en el que la ecografía determine que los folículos han alcanzado el tamaño adecuado, podremos inducir la ovulación y programar la inseminación 36 horas después.
La muestra de semen se prepara unas dos horas antes de la inseminación, para concentrar el máximo porcentaje de espermatozoides móviles (ya sea a partir de la muestra obtenida por el paciente o bien de semen de donante).
Una vez la muestra está lista, se introduce en el útero de la mujer mediante un catéter muy fino, de forma que la técnica es totalmente indolora.
El test de embarazo realizado 14 días después de la inseminación, determinará el éxito o no del procedimiento.