El sobrepeso y la obesidad…afectan a la fertilidad.

El índice de masa corporal (IMC) es una medida que relaciona la altura con el peso de cada persona. Se calcula dividiendo el peso (en kilos) por la altura al cuadrado (en metros). El valor resultante nos dará una orientación sobre la idoneidad del peso para nuestra talla. El índice de masa corporal también se conoce como índice de Quetelet.

IMC= PESO (kg)/ALTURA² (m²)

Cuando dicho valor se encuentra por debajo de 20, estamos por debajo del peso óptimo. Si superamos el 25 estamos en sobrepeso, por encima de 30 se trata de obesidad y si se supera el 40 se habla de obesidad mórbida.

Está claro que hay muchos factores que influyen en nuestra salud (la alimentación, el sueño, los hábitos deportivos, el entorno laboral…) y todos ellos tienen también repercusión sobre nuestra salud reproductiva.

El peso es un factor externo que podemos modificar. Está en nuestras manos controlarlo y decidir si dejamos que el sobrepeso y la obesidad supongan un problema de salud. En ocasiones el control individual resulta muy complicado y es necesario recurrir a especialistas en nutrición y deporte que puedan asesorar a cada paciente para la pérdida y control del peso. En casos más graves es necesario recurrir a tratamientos quirúrgicos que permitan su tratamiento.

En los tratamientos de reproducción, el índice de masa corporal de la pareja es determinante.

En la mujer, un IMC demasiado bajo puede provocar amenorrea, o falta de menstruación, por alteración en el eje hormonal que regula el ovario. Ello conlleva una ausencia de ovulación, imposibilitando, por tanto, el embarazo espontáneo.

En el caso de mujeres con IMC elevado, también hay problemas reproductivos asociados tanto a la alteración metabólica que afecta a la actividad del ovario como al entorno endometrial, empeorando la implantación embrionaria.

Si nos centramos en la estimulación ovárica, la respuesta que obtenemos en pacientes con sobrepeso u obesidad es mucho menor de la esperada, por lo que en ocasiones precisamos emplear dosis mucho más altas de medicación, que no siempre aseguran un buen resultado.

Existen numerosos estudios publicados que valoran el impacto del IMC sobre la implantación embrionaria. Si eliminamos el factor de calidad embrionaria, encontramos numerosos estudios que nos muestran que a medida que aumenta el índice de masa corporal, disminuye la implantación embrionaria.  Aún más, en pacientes que reciben embriones de doble donación, con semen y ovocitos de donantes jóvenes, sanos y con normopeso, los resultados de embarazo empeoran a medida que aumenta el IMC.

El sobrepeso en los varones también tiene efectos negativos sobre la fertilidad. En un reciente estudio que recogía datos sobre más de 100.000 varones, se encontró un mayor riesgo de infertilidad en varones obesos. Asimismo, la tasa de recién nacido vivo por ciclo de reproducción asistida estaba reducido y tenían un riesgo absoluto un 10% mayor de pérdida gestacional.

Además, la obesidad en los varones se vio asociada a un aumento de fragmentación de DNA espermático y las anomalías en la forma de los espermatozoides, así como una movilidad reducida de los mismos. En definitiva, la obesidad paterna también contribuye a disminuir el potencial reproductivo de la pareja.

Por otro lado, una vez se logra la gestación, el IMC materno elevado puede contribuir a la aparición de complicaciones como diabetes gestacional, hipertensión materna y distocias en el momento del parto.

Pero las investigaciones sobre el efecto del IMC sobre la capacidad reproductiva han ido más allá. Existen algunos datos que apuntan a que el estado metabólico materno en el momento en el que se produce la maduración del ovocito, deja una huella en los embriones, afectando por tanto a la salud de la descendencia. El perfil metabólico ya en estado embrionario puede verse afectado por el estado metabólico materno.

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